Querido niño…
Maravilloso niño…llegas al mundo perfecto….tan perfecto como la existencia te diseñó. Eres diferente,… eres único e irrepetible,…sin nada qué ponerte ni qué quitarte. Eres libre,…natural, espontáneo. Tienes la dicha de la paz interior. La irradias. Estás conectado. Puedes ver a los ángeles. Tienes el corazón abierto. No tienes miedo, celos, conflictos,…no tienes ego. No odias,…porque nadie te lo ha enseñado. Amas con todas tus fuerzas,…no importa a quién. Eres capaz confiar,…de maravillarte de la vida,…y sobre todo,…de expresarte libremente: Lloras con todas tus fuerzas, te enojas hasta ponerte rojo del coraje y explotas en berrinches que demuestran tu fuerza interior. Sonríes a la vida. Eres feliz. Te ríes a carcajadas. Celebras…gritas de felicidad. Respiras profundo. Tienes tanta energía. Eres sencillo. No necesitas mucho. Abrazas,…bailas, cantas, juegas, brincas, te tocas a ti mismo, te descubres cada día,… te ensucias, te mojas… y te vale madres lo que piense la gente. Eres creativo. Eres vivo.
Pero querido niño,…con tu mismo nacimiento llegan tus papás (con la mejor de las intenciones),…pero con sus miedos y conflictos a repetir la historia que les tocó,…el mismo patrón… y luego… se sigue la familia, la escuela, tus maestros y entrenadores, la iglesia, la sociedad, el ejército, tus compañeros de trabajo, el gobierno, las leyes,…esperando algo de ti. Listos para “educarte” para que seas “un hombre de bien” y te cargan sus piedras. Empiezas a caminar pesado. Descubres un mundo hostil. Aprendes a no sentir,…a no reírte tan fuerte porque molestas al vecino,…a no enojarte porque eso está mal y recibes tremendas nalgadas,…a no llorar porque hay que ser “hombre” y ser fuerte. Que no digan que eres “marica”…y si eres,…que no se den cuenta. Reprimes el sexo…”niño cochino,…déjese ahi”. Aprendes a no confiar,…a no tocar a la gente, cierras el corazón para siempre. Caminas a la defensiva. Tienes miedo. Abrazas como licenciado,…como si te diera asco el otro. Aprendes de peleas, de celos, de apegos, de envidias, de sufrimientos…aprendes a querer al dinero más que a la gente. Te relacionas a través de la personalidad que aprendiste. Te vuelves un político,…un negociador….para sobrevivir en lugar de vivir. Aprendes a reprimir, a suprimir, a evadir,…a proyectar a los demás lo que sientes. El mundo se vuelve una amenaza, un lugar inseguro,…un sitio en el que hay que luchar, morir por tu familia, por tus convicciones,…por la patria, destruir al enemigo,…volverte el más fuerte,…el mejor. Te enseña la sociedad que tienes que ser útil…más que feliz. Si no es así…eres peligroso. Te sales del cajón. Si te vuelves libre no puedes ser controlado. Así te necesitan. Tienes que ser “Alguien en la vida”…cuando la realidad es ya eres alguien desde que naciste. Solo te has transformado en algo que no eres tú,…querido niño.
Querido doctor:
Sigues el caminito. Decides románticamente estudiar medicina con mucha ilusión y sin conocer el monstruo que tienes enfrente. Si te metes,….difícil cambiar de opinión,…difícil salirte,…porque al hacerlo, no sabes hacer nada más. Te enfrentas a las horas interminables de estudio para llenar tu cabeza de información que luego olvidas,…pero tienes que pasar los exámenes con mejor calificación que tus compañeros o te quedas atrás. Te enfrentas a la muerte…y muy de frente. Te enfrentas al sufrimiento de la gente y al tuyo,… al cansancio, al desvelo, a la explotación, a la represión.
Querido doctor,…estás terriblemente condicionado. Se espera mucho de ti….no te puedes salir de lo que está establecido. Si te equivocas,…te quedas de guardia de castigo. El costo de la estupidez es alto. El costo de la locura,…peor. Te tienes que tragar el enojo, la tristeza y la frustración con cáscara. Te enseñan a pensar,…a racionalizar, a analizar. Te enseñan a no equivocarte,…a que tienes que ser perfecto, a que tienes que ser el mejor. Te haces “grande”. Te llenas de ti,…te llenas de ego. Te vuelves frío, rígido, racional, narcisista. Juzgas, críticas, te vuelves necio, tienes la razón absoluta. Te compras la idea de que lo mejor es ser reconocido, apreciado, alabado,…aceptado por los demás.
Te pierdes el mundo de afuera. No sabes si es de día o noche. En el encierro caes a tener relaciones con la enfermera, con el compañero/compañera que está de guardia contigo en esas noches interminables, o hasta con algún paciente y más si tienes una obsesión con el sexo. Te vas al servicio social a pueblos remotos a batallar por falta de recursos,…a exponerte, a correr riesgos, a quedarte a veces en contra de tu voluntad y a expensas de tu propia seguridad,…porque es a fuerza,…porque no te puedes rajar porque lo pierdes todo. Se necesita mano de obra barata.
Empiezas a bloquear tus sentimientos porque tienes que hacerte inmune a ellos. No sabes meditar. No sabes hacer catarsis, no sabes pedir ayuda psicológica. No sabes soltar,…no sabes rendirte. No haces ejercicio. Mejor te duermes cuando hay chance. Te evades en la tecnología para no contactar. Te vuelves adicto a tu celular. Te evades. Esos sentimientos de veneno te los guardas por años y te hacen daño. Pueden llevarte a deprimirte y e incluso a tener ideas suicidas. Te vuelves propenso a las adicciones: comes de más, fumas, chupas, usas medicamentos y drogas. ¿Porqué no…si tienes libre acceso a ellos? Te enfermas pronto,…te vuelves ansioso, estresado, te vuelves hipertenso, se te tapan las arterias, te da cáncer, te dan infartos,…accidentes cerebro-vasculares,…mueres joven….eso sí…con la convicción de que nunca dejaste de luchar y sacrificarte por tus pacientes, a expensas de tu propia vida. Te vuelves un héroe….¡qué bendición morir como héroe!
Querido doctor, tienes que ser íntegro,…un ejemplo a seguir. Tienes que guardar la compostura,…tienes que ser serio, formal y elegante, usando tu bata…blanca…para que el paciente vea que no tienes “manchas” y tu corbatita transmisora de infecciones. No puedes dejarte crecer el pelo o no rasurarte porque así los doctores se ven mal. Tienes que ser el estereotipo. Te vuelves superficial. Te obsesionas por ganar dinero,…porque buscas la felicidad afuera,…porque no contactas con tu interior, porque no sabes que la felicidad y la libertad están dentro y al alcance de la respiración. Te vuelves negociante: operas a quien no necesariamente lo necesita. Ofreces tratamientos carísimos drenando los bolsillos de los pacientes,…prometiéndoles soluciones milagrosas que a la mera hora no funcionan…y tu lo sabes. Empiezas a hacer estupideces buscando la remuneración económica. Dañas a las personas. No por nada el error en la atención médica es la tercera causa de muerte en el mundo. Trabajas días y noches. Haces guardias. La medicina se vuelve lo único. Es tu vida…lo es todo…¿y si la pierdes? pierdes todo. Platicas solo de eso. Te vuelves aburridísimo. No sabes nada de lo demás. ¿Cómo vas a saber si no lees mas que artículos médicos? No haces nada de lo demás, no te da tiempo. Te vuelves un esclavo del sistema, de los laboratorios, de las casas comerciales médicas, del dinero y de ti mismo. Pierdes tu libertad,…te pierdes todo tú…te pierdes la vida.
Querido doctor…ya eres doctor y es una bendición. Es un regalo. Es una increíble aventura. Bien canalizada, es la cosa más maravillosa del mundo. Si la anterior es tu historia (o al menos una parte de ella),…vete para atrás. ¡Regrésate!…Vuelve a nacer. Tarea difícil,…pero posible. Conviértete en un buscador. Encuentra quién eres realmente. ¿Que vienes a hacer al mundo? Conéctate con el universo y con tu realidad. Tu esencia no se pierde,…solo duerme hasta que decides despertar. La vida es maravillosa y es una. Vuélvete consciente, medita,…celebra , agradece que estás vivo…y vive.
Querido doctor…REGRESA AL NIÑO…está adentro… es tu verdadero ser,…y deja que ese niño abrace al doctor…y después deja que ese niño-doctor abrace al paciente,…con toda su alma,…con todo su corazón.