“El paciente es un hijo de la chingada…hasta no demostrar lo contrario.”
….No puedo contar las tantas veces que he escuchado esa “frase célebre” de la boca de algunos de mis colegas.
Ayer una paciente me platicó su historia desafortunada detrás de sus ojos vidriosos: Su hija de 18 años se murió después de 4 años de estar en coma,…por una complicación de una mala biopsia cerebral practicada a partir de un mal diagnóstico, para un problema que no existía, practicada por un “señor don doctor su excelentísima eminencia Neurocirujano X” que además de cobrarle una millonada desapareció del mapa tras la mala praxis. La señora me vino a ver porque tiene un menisco roto. Se lo lastimó cargando a su hija…y le duele mucho. Le ofrecí cirugÍa. —me dijo entre dolor y desesperación: Doctor,… “NO CONFÍO EN LOS DOCTORES”. —“Me engañaron,…y perdí a mi hija.” Además… “siempre después de una cirugía de rodilla la gente queda mal”. “Tengo muchos conocidos que quedaron peor después de operarse” tengo miedo,…no sé qué hacer—. ¡¿Que chingados estamos haciendo?! ¡¿Que está pasando con nosotros?!
Desde el primer encuentro muchas veces el médico es visto por los pacientes como un enemigo,…despersonalizado, mercantilista, deshonesto e inhumano…y el paciente es visto por el médico como un hijo de la fregada, número de registro, “fiambre”, número de cama, enfermedad, segmento del cuerpo jodido o posibilidad de pago de la siguiente renta.
-No saben lo frecuente que es toparme con pacientes totalmente confundidos, buscando segundas, terceras o cuartas opiniones que no concuerdan,…por casos mal operados, complicados por errores elementales que claramente muestran que el tratante no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
-No se imaginan la cantidad de veces que me encuentro complicaciones de ortopedistas que igual operan unos juanetes, que una columna, una artroscopia de hombro, un tumor, una prótesis de rodilla, una cadera en un niño…o lo que sea que se les ponga enfrente sin tener la suficiente habilidad: Queriendo abarcarlo TODO—Pedir ayuda es para el débil. No se les va uno vivo.
-No me creerían si les platicara las tantas veces que he visto cirugías en pacientes que no la necesitaban,…que no tenían nada, que pudieron haber salido con un buen tratamiento conservador.
Estamos haciendo cosas que no sabemos hacer. ¿Estamos operando de más? Estamos siendo…o demasiado agresivos o demasiado inconscientes ¿Por lana?, ¿por productividad?….¿Por Ego?…¿Porque soy don chingón y todo puedo?….¿Por competencia?, ¿por no dejárselo a mi amigo que aunque sé que es experto en esto,…no se me vaya a ir el paciente?
He entrado al juego de las “Maquilas”,… lo acepto….de llegar a quirófano a operar a un paciente que no es mío y que ya está dormido,…que no conozco, que no me conoce,….que no sé qué tiene hasta el mero momento de la cirugía, a veces mal estudiado y diagnosticado. Eso sí,…con todas mis ganas de ayudarlo y hasta ahora, afortunadamente no he tenido mal resultado…¿pero está bien? ¿El deshonesto es el que no le dice al paciente que el que lo va a operar es otro? ¿o yo por operarlo?…no lo se.
¿Que estamos creando?
Profesionales totalmente analíticos,…fríos, rígidos, racionales,…desconectados del corazón, duros, fuertes, perfeccionistas….cuando la perfección no es posible,…pero tenemos que serlo. No nos podemos equivocar. No se vaya a dar cuenta el paciente que no sé. El sistema nos empuja a ser negociantes de la medicina, mercaderes del dolor humano. Formamos narcisistas, obsesionados con inflar el currículum, preocupados por demostrar a los demás y a los pacientes lo “fregones que somos”,…de ser los que aparecen en las publicaciones,….de llevar orgullosamente junto a nuestros mismísimos nombres los MDs, PhDs, MsCs, FRCSs, y todas las “credenciales” (herencia gringa…que son los que más nos han contagiado la medicina despersonalizada),…cuyo significado finalmente es “miren que importante soy”,…de cargar las medallas,…ávidos de aceptación, de halagos,…de aplausos,…dignos de los reflectores y de los privilegios de los laboratorios,…de ser nombrados MAAAEEEESTROOOOOO”,…signos claramente ególatras, o que por el contrario, muchas veces solo demuestran una terrible soledad interior, inseguridad y baja autoestima.
Creamos “luchadores”-sufridores que soportan no comer, no dormir, no sentir,….competitivos pero desde la competencia insana, desde la crítica, con una preocupación por ser “el mejor por encima de todo”, de ser los “dioses sanadores” en un sistema de jerarquías que critica, que maltrata, que oprime, que explota, que reprime,…cuando estoy convencido que la única diferencia entre el estudiante y el jefe de servicio, es que el segundo tiene la ignorancia mejor organizada.
No puedo generalizar,…hay muchísimos conocidos que hacen una medicina excelente y aplaudo su labor,…pero es raro el que se salva de ser llevado en menor o mayor grado por la corriente…solo algo para reflexionar.
No somos superiores. Somos cualquier Juan Pérez, solo conocemos un arte,…como un plomero o un carpintero,…eso es todo. “Médico” es lo que hacemos,…no lo que somos. Solo nos hemos quemado las pestañas un poco más. Eso no nos hace mejores, ni más completos, ni personas más valiosas. Todos somos iguales. Venimos a ayudar a la gente. Esa es nuestra misión.
…y el paciente de enfrente es un alma igual,…un buscador,…alguien que viene a la vida a crecer, a aprender algo, a sanar algo, a evolucionar al igual que todos nosotros.
No soy “La Eminencia”….son común y me enorgullezco de serlo. Soy humano, soy vulnerable, a veces me da miedo y no me pesa aceptarlo, me equivoco y aprendo,…no soy perfecto. Procuro no juzgar ni criticar. Sé referir cuando hay alguien que puede hacerlo mejor. Puedo pedir ayuda. No necesito ser llamado maestro,…ni siquiera doctor, porque no lo soy. Soy médico. Confío,…pero me especializo para equivocarme menos. Hoy más que nunca busco una cosa que para mí es lo más importante: la CONEXIÓN. Procuro ver por el que tengo enfrente,…no por mi. Lo primero que pienso cuando se sienta un paciente mirándome a los ojos es: “¿A él o ella,…como la puedo ayudar?”.
Aplaudo las enseñanzas de mi amigo Prem Dayal en mis sesiones de reconnecting: “al consultante que tienes enfrente lo tienes que amar,…porque no es solo el paciente,…es el todo,…son todos,…es el mismísimo dios,…eres tú mismo”. “Cuando estás con el paciente,…es la única persona en el mundo”. “Tienes un universo nuevo enfrente.” Tócalo, abrázalo, siéntelo, siente su energía,….siente lo que él siente, respira con él. “Entiende su sufrimiento”, sé totalmente empático y compasivo. Ponte en su lugar. Solo así lo puedes ayudar. “El ego es caer en la trampa de que tu eres más grande y que lo vas a curar.” “Tienes una función importante solamente: acompañarlo”. “O te vuelves humilde, o no estás entendiendo lo que estás haciendo”. “No sigas lo que sabes. Sigue tu voz interior”. “Usa tu intuición”. “Vienes solo a ser un facilitador,…un medio para sanar”. Eso es todo. “No vienes a curarlo”. “Vienes a acompañarlo en su sanción”
Su excelentísimo señor eminencia don doctor,….te presento a Juan Pérez.
Tanto,….tanto gusto en conocerte….